Antes las tardes se mataban jugando al cinquillo, esperando que fuese la hora de salir de parranda. Ahora se matan jugando a la Playstation, los tiempos cambian. Pero el ritual es básicamente el mismo, reunirse en casa de alguien, ir a la tienda de la esquina a por cervezas, acomodarse como lapas, y pasar la tarde.
Como en toda buena reunión cinquillera, el objetivo principal consiste en cotillear a diestro y siniestro. Es de lo más habitual escuchar aseveraciones bien fundadas, del estilo de «He oído que a fulanito le han dicho que alguien escuchó decir que a menganito le gusta menganita», mientras se devoran patatas fritas con una mano, aprovechando un corner.
Da lo mismo que sea la Playstation o el cinquillo, el caso es que hay que tener algo en que pensar mientras se habla.